Un hombre completo caminaba por la calle desierta, en lo alto del cielo había empezado una eclipse total de luna. Al final de la calle venían dos cuartos de hombre, alegres, gritando, al parecer ebrios, pasaron por su lado y uno de ellos empezó a insultarlo. El hombre completo trató de ignorarlos, pero los dos cuartos de hombre, de repente lo atacaron. El se defendió. No por ser aquellos dos cuartos de hombre eran iguales: el uno era bien flaco y el otro muy, muy pequeño. El hombre completo empezó a ganar la pelea, dando puñetazos y patadas certeras, pronto, los dos cuartos de hombre se vieron superados, entonces empezaron a lanzarle piedras al hombre completo, quien ante el novedoso ataque empezó a huir. En su carrera vio que se acercaba un sujeto de tres cuartos de hombre pero no sabía si era amigo suyo o no, porque aquí, si alguien no era tu amigo, entonces era tu enemigo, y en este caso lamentablemente para él, era lo segundo. A estas alturas pelear contra dos cuartos de hombre y